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“Servicio: un don que trae liberación y sanidad”

Por: Ps. Omar Velázquez Rivera

“Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.” Marcos 10:45

El mundo tiene una actitud antagónica, de competencia y rivalidad, se nos enseña desde muy pequeños a “ser alguien en la vida” sobresalir, ser el primero, el mejor, etc, ese es el mensaje cotidiano, no hay vuelta de hoja, es una necesidad en un mundo que no admite al último, al “don nadie” al de la actitud de siervo. En dicha carrera desenfrenada por ser el primero, el sin escrúpulos, el deshonesto es quien lleva la delantera, no importando por sobre quien pasa, para él, solo son rivales, a los cuales tiene que dejar atrás. Dolor, humillación, opresión, son la estela que va dejando el ganador, es simple, el mundo así funciona, sus reinos están sustentado en este principio.

La iglesia como un enclave dentro de este mundo no ha escapado a su mensaje y no solo ello, sino que a caído en su trampa, deseamos los aplausos y el reconocimiento. Ser el mejor, la más grande, el primero, se ha convertido en nuestro anhelo, ¿quién quiere ser parte de una iglesia pequeña, sin renombre? los números se han convertido en nuestro dios, queremos resultados, utilizamos la administración y la mercadotecnia de este sistema, deseamos un gran gerente empresarial con un curriculum extraordinario y una gran visión como líder. El pensamiento de ser los primeros a invadido nuestra teología, nos ha dejado exhaustos, frustrados, lastimados y con el sentir inaceptable de este mundo: nos sentimos perdedores.

La manera del mundo

Para el mundo el liderazgo es el arte de influir en las personas, se  considera líder a aquella o aquellas personas capaces de organizar y guiar la conducta de un grupo ya sea por voluntad propia o por la fuerza, hacia uno o varios objetivos concretos, así entonces, el liderazgo en el formato del mundo se sustenta en la personalidad, dones, virtudes y conocimientos del individuo, así como su sabiduría, su fuerza que transforma a las personas.

No suena mal, es más parece que es lo que se necesita y lo que se desea en cualquier organización, pero olvidamos que la iglesia no es una organización empresarial, sino el cuerpo de Cristo y no  somos nosotros los que transforman y cambian la vida de las personas, Cristo con su Espíritu son los que cambian y transforman, nosotros solo somos siervos y siervas inútiles que únicamente tienen que obedecer.

La manera de Cristo

Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;” Fil 2:6, 7. Se despojó así mismo, del griego kenosis; vaciamiento, nos muestra el camino de su ministerio para este mundo, la única manera para sanar, restaurar y salvar era tomar forma de siervo. Jesús  dijo que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida. La manera de dirigir la iglesia no es a través de virtudes y talentos, no es a través de sabiduría y conocimiento como base del éxito, sino por medio de la actitud de siervo. La manera cruciforme  de Cristo nos habla de obediencia hasta la muerte, nos habla del despojo del “yo” y de someter el entendimiento a la voluntad de Dios, pues él es la fuente de toda sabiduría.

Dios no nos ha llamado a negociar y a dirigir la iglesia desde la perspectiva del mundo, ni anhelar el formato y resultados de la sociedad, nos ha llamado como a siervos obedientes que ponen aun lado sus intereses personales y se enfoca exclusivamente en la voluntad de su Señor, el cual puso su vida como ejemplo. Un a iglesia exitosa no depende de como utilizar los artilugios de este mundo, una iglesia y/o ministerio de éxito depende de cuanto morimos a nosotros mismos y obedecemos más.    

Resultados de seguir la manera de Cristo

La Iglesia de Dios de la Profecía es una de las pocas iglesias que practican de forma regular el lavatorio de pies, aquella práctica  que para muchos es “antihigiénica“, pero que cobra gran significado en nuestro llamado como siervos. De nada nos sirviera practicar esto si no entendemos la importancia del servicio como un don restaurador, como una acción de adoración, y como medio liberador. Así entonces, el lavatorio de pies es la práctica de un siervo por excelencia.

En los tiempos bíblicos los viajeros en su largo peregrinar por lugares difíciles encontraba en el lavado de pies descanso y alivio. De igual manera con los individuos que caminan por este mundo de valles de sombra y de muerte, encuentran en la humildad del servicio pastoral confort y alivio. El don del servicio trae descanso y reconforta al peregrino. 

Lucas 7:36-50 nos relata como una mujer tuvo un momento de adoración tan intimo con el Señor a través del servicio (lavar los pies) que la gente no podía entender, algunos pensaban en números, otros como algo incomodo, pero ninguno entendía la adoración que ella estaba dando a través del servicio del lavatorio de pies. La mejor adoración se da cuando calladamente obedecemos, cuando servimos a los demás recordando que si lo hacemos a uno de los pequeños del Señor a él lo hacemos. 

El don del servicio visto desde la perspectiva del lavatorio de  pies tiene un significado de santificación y pureza en ambas direcciones, nos limpia de la arrogancia de tener un concepto más alto del que debiéramos de tener, es una representación de la obediencia que se transforma en adoración, que restaura, libera y sana. Los resultados en el cuerpo de Cristo se alcanzan cuando como siervos obedientes aprendemos a hablar menos y escuchar más, pues nuestros argumentos mas congruentes resultan en necedades delante del que todo lo sabe, un miembro del cuerpo no le puede decir a la cabeza que hacer pues esto se convertiría en vanidad.  

Obedeciendo al llamado

“Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y levantándose, le siguió.” Mar 2:14

Cuando Jesús llama a Leví la única respuesta por parte de este es un acto de obediencia. Jesús no le ofrece un proyecto de vida u otra cosa, solo de dice “Sígueme”,  lo antiguo queda atrás, completamente abandonado, tiene que morir a si mismo, para que ahora Cristo viva en él. De igual manera cuando el llamado de Dios vino a nuestras vidas era un llamado a la obediencia, a ir detrás de él, abandonando nuestra seguridad relativa sustentada en nuestras virtudes, conocimientos y fuerzas. No fuimos llamados a influir a la manera del mundo con el evangelio, sino a andar en la manera cruciforme de Jesús y por medio de esto traer a nuestro entorno sanidad y liberación.  El llamado al servicio no es algo que degrada, sino por el contrario, es un llamado que le da dignidad a nuestra vida, pues: ¿quién llamaría a siervos inútiles para la empresa más trascendente en la historia de la humanidad? quién más sino solo Jesús, el cual nos ha dado el privilegio para servir en medio de nuestra insuficiencia. Amén. 

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Dios los bendiga. Los leo desde Granada, Nicaragua. Me edificó mucho este tema impresionante! Veo ahora el lavatorio de pies. El servir con otra perspectiva. Muy bonito como nuestro Cristo se hizo un servidor por amor para dar el mejor paso de servicio. JESUS GRACIAS. ESPIRITU SANTO ABUNDA MAS Y MAS EN NUESTRAS VIDAS MAS DESEOS DE SERVIR EN EL PUEBLO DE DIOS

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