Todo ministro responsable debe sentirse impresionado por la ansiedad del pueblo cristiano en recibir instrucción…
MAYORDOMÍA INTEGRAL
“Ahora bien, se requiere de los administradores,
que cada uno sea hallado fiel”
1Co 4:2
La mayordomía es un elemento fundamental en la vida cristiana, tal elemento debe ser característico en los miembros de la iglesia, líderes y ministerio en general.
En el contexto citado, el apóstol Pablo da un exhorto a la iglesia en Corinto a que no vean sus líderes, Apolos, Pedro y Pablo, (1 Cr. 4:6, 1 Cr. 1:12-3), como si fueran líderes de algún partido. Mejor que eso, Pablo, reenfoca el pensamiento de su audiencia y les afirma que ellos son siervos (esclavos) de Cristo y administradores de los misterios de Dios.
Ser un administrador era ser un mayordomo de la casa, proveyendo servicio a sus amos con fidelidad y lealtad a su Señor. El mayordomo supervisaba y pagaba al personal, decidía sobre los recursos, y rendía cuentas a su Señor. Estas responsabilidades sobre él, dejaba en claro que no era más que un esclavo de su Señor.
De este modo, Pablo enseña que la conducta de los seguidores de Cristo ha de ser sirviendo como buenos administradores de todo lo que Dios nos permite tener. Dios es dueño de todo, y nosotros somos los administradores que el colocó en este planeta (Sal. 24:1). Cristo es dueño de la iglesia y nosotros somos administradores de Su reino en esta tierra (1 Pe. 2:9). Por ello, es fundamental que la iglesia y el liderazgo ministerial destaquen la relevancia de una sana mayordomía en esta generación.
En cierta ocasión, Jesús señaló a los fariseos de hipócritas porque diezmaban de todos sus ingresos pero no practicaban la justicia, la misericordia y la fe (Mt. 23:23). Por ello, debemos comprender que una mayordomía saludable debe ser integral abarcando distintas áreas, pero todas ellas con la misma importancia.
A continuación, describo las áreas más relevantes de una mayordomía integral.
1.Mayordomía hacia el ambiente natural.
Dios creó un mundo perfecto y hermoso que puso en manos del ser humano para que lo disfrute, use, cuide y administre. Sin embargo, todos sabemos del desastre ecológico que el mundo presenta a causa de la contaminación. El liderazgo debe educar a los miembros de la Iglesia en cuanto a la mejor manera de cuidar y preservar el medio ambiente; si es posible contribuyendo en campañas de concientización y programas especiales de limpieza como labor social en la comunidad.
2.Mayordomía en nuestra salud física, mental y espiritual.
México es el país donde una de las principales causas de muerte es la diabetes. Quizá alguno no lo quiera ver así, pero nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo por lo tanto debemos cuidarlo y mantenerlo saludable, pues esto también honra a Dios. La iglesia puede proveer significativamente consejos para que sus miembros procuren mejores hábitos de alimentación. Ofrecer conferencias médicas abiertas, a la iglesia y comunidad, son de gran impacto y bienestar para todos.
Además, se debe de considerar la salud mental. Muchas veces la causa de alguna enfermedad suele ser por altos niveles de estrés y trastornos alimenticios. Proveer tiempos de consejería, o si amerita el caso, refiriendo a las personas con un psicólogo será apropiado para la salud mental. Y desde luego que la vida devocional colectiva o individual de los miembros de la iglesia, como parte de un crecimiento continuo, aportará el alimento espiritual necesario para seguir adelante y mantenerse en comunión íntima con Dios.
3. Mayordomía del tiempo.
Todo buen administrador sabe que su responsabilidad es cumplir con sus tareas dentro de un tiempo limitado. Sin embargo, afirmaciones como “no tengo tiempo” se han convertido en uno de los síntomas que muchos padecen en los últimos años.
Es cierto que nos sentimos atormentados por la enorme cantidad de actividades para ejecutar diariamente y el poco tiempo que tenemos para tales fines. Pero en la iglesia necesitamos con urgencia dar espacio para atender la vida personal, familiar, laboral y académica de manera equilibrada y justa, dando el nivel de importancia que cada actividad merece. Salomón decía “Todo tiene su tiempo” (Ecl. 3) reconociendo que hay un tiempo apropiado para cada una de las varias actividades en la experiencia humana. Un buen mayordomo de su tiempo planea anticipadamente, evita postergaciones, y evalúa prioridades entre lo urgente y lo importante.
4. Mayordomía de los dones espirituales.
Pablo también exhortó a los corintios acerca del uso y abuso de los dones espirituales (1 Cor.14). Ellos estaban siendo malos administradores de la gracia y los dones del Espíritu Santo, y al jactarse, mostraban orgullo. (1 Cr. 14:12).
El apóstol Pedro en este mismo enfoque enseña que cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. (1Pe 4:10).
Por lo tanto, cada cristiano debe identificar el don que, por gracia, ha recibido y ponerlo al servicio de la iglesia y su comunidad, de este modo el reino de Dios seguirá extendiéndose en esta tierra.
5. Mayordomía financiera.
No todos los ricos son malos, ni todos los pobres son buenos. La bondad y la maldad se deben ver desde otra perspectiva. El éxito a los ojos de Dios no está en hacer dinero sino en cómo se administra para hacer que fructifique. Hay personas que gastan más de lo que tienen.
Otras que, al olvidar la importancia del ahorro, pierden el punto de equilibrio. Por ejemplo, hay personas que guardan el dinero sin un propósito en mente, lo cual las convierte en tacañas. Por otra parte, están las que gastan sin pensar en el mañana, lo que las convierte en derrochadoras.
La mayordomía del cristiano debe regirse por principios sobrios de la Biblia, donde encontramos que el dinero no es malo, sino más bien el amor al dinero (1 Tim. 6:9-10).
Dios estableció importantes formas de cómo poder recibir sus bendiciones. Como lo son las primicias, el diezmo y la ofrenda. Además de pagar los impuestos al gobierno, y hacer obras de ayuda filantrópica. Como muchos lo han experimentado, estas prácticas cristianas ofrecen al creyente frutos abundantes de bendición.
En conclusión, considero que la iglesia debe concentrarse entre otras cosas, en enseñar y promover la mayordomía integral, a través de cursos, conferencias, talleres, seminarios, etc. Destacando que no se puede servir a Dios y a las riquezas simultáneamente. También, se debe enseñar, a tener un adecuado equilibro y desechar toda práctica de “teología de la prosperidad” que ha proliferado en esta generación.
Recursos
-Comentario Bíblico William Barclay
-Figueroa, J. Inés. (2011). La administración de las
finanzas de las iglesias. Nashville, TN. Abingdon Press.
Ob. Lucio Rojas Espinoza
Director Nacional DLD
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